Desmontando los clubes de lectura
8 FEB.
15 MAR.
Evento online
La labor que se realiza en torno a los clubes de lectura está muy arraigada en el ADN de nuestras bibliotecas públicas. Hace más de dos décadas, de la mano de la biblioteca pública, llegaron a nuestro país, y este gran impulso sumado a la crisis sanitaria provocada por la COVID19, que evidenció la importancia de la cultura y de la lectura, han hecho que se hayan popularizado de manera vertiginosa, implementándose desde muy diversos ámbitos públicos y privados: editoriales, librerías, influencers de la lectura, escritores, lectores voraces, y un largo etcétera.
El formato presencial de los clubs de lectura constituye una fórmula asentada y exitosa: promueve el aprendizaje en su más amplio sentido, fomenta las relaciones sociales, establece un clima propicio a la comprensión de las circunstancias del otro, y consigue formar comunidades de usuarios de bibliotecas gracias a las vivencias compartidas.
El formato virtual se está extendiendo cada vez más. En España, en la última década (acelerándose esta tendencia en los últimos tres años), diferentes redes bibliotecarias de diversas tipologías han puesto en marcha clubes virtuales de lectura a través de redes sociales, blogs o plataformas comerciales o propias.
Entre lo presencial y lo virtual se sitúa lo híbrido: los clubes de lectura que comparten parte de ambas características, que no terminan de ser presenciales y tampoco son, al cien por cien, virtuales.
Ahora bien, los clubes virtuales de lectura no sustituyen a los presenciales, ni a los híbridos, sino que se complementan entre sí. Los virtuales, amén de fomentar la lectura, propician la escritura, pues es la principal herramienta de comunicación. Los presenciales ofrecen ese mirarse a los ojos, un lenguaje corporal hecho de sonrisas, piel y gestos imposibles de sustituir. Y los híbridos, pueden combinar todo ello.
Ligadas íntimamente a los clubes, sea cual sea su tipología, está la lectura en diferentes formatos: papel, digital, audio; la literatura en diferentes géneros: teatro, poesía, ensayo, literatura de viajes, narrativa; y una terminología esencial como la lectura social, la lectura vivencial o la lectura lúdica.
Se trata de desmontar los clubes de lectura y sus formas más tradicionales, para implementar nuevas maneras de relación con los usuarios, de trabajo en el fomento de la lectura y la escritura, con la conversación como piedra angular.